Políticas

6/5/2021

En Salta

El frente MAS-Altamira: ¿presencialidad escolar sí o no?

No importa el programa; solo es oportunismo electoralista.

En los últimos meses, el grupo de Altamira armó una tesis contra el Frente de Izquierda. Se basó en diferenciar campos al interior de la izquierda sosteniendo que el FIT-U tiene una posición “presencialista” respecto de la educación, identificar esta supuesta posición a la defensa de una “nueva normalidad”, y de esto deducir una adaptación al capitalismo. Ahora acaba de presentar en Salta un frente con el MAS, partidario a ultranza de la  presencialidad escolar, punto sobre el que no dicen una sola palabra.

El grupo de Altamira, con él aportando escritos y tuits, montó especialmente una campaña contra los sindicatos docentes que adoptaron un programa frente a la presencialidad escolar. Cuando estos sindicatos colocaban un programa frente a la vuelta a las escuelas sin condiciones, los seguidores de Altamira se dedicaban a denunciar a estas conducciones oponiendo la consigna “en pandemia no volvemos”. Esta consigna se transformó en un caballito de batalla en las asambleas de todos los sindicatos combativos. Los ataques de este grupo se dirigieron especialmente contra las conducciones antiburocráticas, incluso cuando las mismas estaban enfrentando el retorno a la presencialidad sin condiciones que promovía el gobierno nacional y los gobiernos provinciales. Es que el primero de los “10 puntos” adoptados por Ademys, por ejemplo, consistía en que la misma estaba supeditada al conjunto de condiciones epidemiológicas y sanitarias, y por lo tanto debía ser suspendida en condiciones de circulación del virus y de riesgo.

Agreguemos que en su portal Política Obrera y en las cuentas personales de Altamira en redes sociales se montó una campaña difamatoria contra diversos dirigentes del PO que explicaron sistemáticamente que no se trata de presencialidad versus virtualidad en abstracto, un debate en el que la docencia la tiene muy clara en situaciones normales, sino de la presencialidad en pandemia y de las condiciones de esa presencialidad en el cuadro de la infraestructura escolar argentina, del plantel docente, de la cantidad de dispensas por la propia pandemia, la vacunación o no de los docentes, entre otras cuestiones claves. Tribuna Docente y el Partido Obrero han planteado en todo momento la cuestión de garantizar la virtualidad forzosa de docentes y alumnos mediante la provisión de la conectividad y herramientas necesarias para unos y otros, algo sobre lo que ni el gobierno nacional y los provinciales han hecho absolutamente nada en función de sus respectivos ajustes de las cuentas públicas.

La campaña del grupo de Altamira jugó un rol totalmente negativo, poniendo el eje en la denuncia de la izquierda en lugar de aunar fuerzas para enfrentar al gobierno. Pero además colocó a su grupo por fuera de cualquier reclamo transicional en este marco. Altamira criticó, por ejemplo, la presentación por parte del FIT del proyecto de intervención del laboratorio mAbxience de Hugo Sigman para garantizar la producción local de la vacuna. En Salta especialmente montaron una campaña de difamaciones contra Claudio Del Plá, a quien acusaron sin ningún argumento de promover la presencialidad escolar sin condiciones.

Ahora el grupo de Altamira anunció un frente con el MAS, un grupo que ha hecho de la vuelta a la presencialidad una bandera desde mucho antes de que la impulsara el gobierno nacional. En noviembre de 2020 planteaba: “La continuidad educativa fue solo para los que podían pagarla, dejando a miles de estudiantes sin su derecho a la educación, una política de los gobiernos nacional y provinciales directamente expulsiva hacia las y los compañeros con condiciones económicas y sociales más difíciles. No hubo ninguna medida real para luchar contra la deserción, que este año se ha disparado. En este marco, la vuelta a la presencialidad el año que viene se vuelve necesaria para que no se continúe dejando afuera a miles de estudiantes” (izquierdaweb, 14/11/20) . Con esta posición, las agrupaciones docentes del Nuevo MAS presentaron mociones para que los sindicatos combativos asumieran una campaña por la vuelta a la presencialidad, sin importar el cuadro epidemiológico.

¿Qué une a los antipresencialistas furibundos con los propresencialistas furibundos? El punto de amalgama es la hostilidad al Frente de Izquierda, por un lado, y a las direcciones combativas de los sindicatos docentes como Ademys o la Multicolor de Suteba en la provincia de Buenos Aires, por el otro. Naturalmente, el “programa” presentado del frente entre el grupo de Altamira y el MAS no se pronuncia sobre este punto. En Salta especialmente colocaron el tema de la presencialidad en función de un ataque a los referentes del Partido Obrero (Claudio Del Plá, Cristina Foffani, Pablo López), a quienes luego expulsaron formalmente en la previa de la elección. Las parrafadas de mentiras que dijeron contra ellos se vuelven ahora contra sus propios aliados.

Detrás de esta inconsistencia programática hay una desesperación electoral. En efecto, ¿qué impulsa al grupo de Altamira a un frente en Salta con el MAS, sin debate, presentado luego del cierre del horario de presentación, y votado en un congreso convocado una hora antes del cierre de alianzas? ¿Qué los impulsa a un frente de apuro sin ninguna definición estratégica a quienes denostan al Frente de Izquierda, que tiene claramente definida la lucha por el gobierno de los trabajadores y la unidad socialista de América Latina? La voltereta tiene una sola explicación: frente a las dificultades de llegar a obtener la personería política en Capital y Provincia de Buenos Aires, el frente con el MAS les garantiza, a Altamira y Ramal, un lugar en las listas. No hay ningún otro secreto. Después de romper el Partido Obrero con falsas acusaciones de electoralismo, toda la política del grupo de Altamira se orienta a garantizar una presentación electoral, sin importar los medios ni el programa.