Aniversarios

30/3/2022

A 40 años de Malvinas

40 años del “Porteñazo”, histórica movilización obrera para acabar con la dictadura

Archivo Hasenberg - Quaretti.

La jornada del 30 de marzo de 1982, también conocida como el “Porteñazo”, encontró a más de 50.000 trabajadores movilizados enfrentando la represión de la dictadura, en la que fue la manifestación más grande de todo el periodo. Desde la 9 de Julio hasta Plaza de Mayo al grito de “se va acabar, se va a acabar, la dictadura militar…” los manifestantes se reagrupan luego de cada embate de las fuerzas. La clase obrera le dio un duro golpe a la dictadura. Tres días después se inicia la operación militar en Malvinas.

Los antecedentes

La resistencia obrera se desarrolló siempre -con distinta intensidad- bajo la dictadura. Durante los primeros años (1976 – 1979) huelgas como las de las automotrices, metalúrgicas, portuarios y trabajadores de Luz y Fuerza fueron reprimidas con brutalidad y su vanguardia detenida, desaparecida o en muchos casos asesinada. En abril de 1979 se realizó la primera “Jornada Nacional de Protesta” con un acatamiento del 40%, mostrando una tendencia que anidaba en el movimiento obrero.

Para 1980 – 1981 las protestas se fueron desarrollando con más frecuencia y cada vez más masividad. En junio de 1981 frente a un reguero de cierres y suspensiones las bases del gremio metalmecánico entraron en un gran proceso de agitación y lucha. Los trabajadores de Volkswagen (Monte Chingolo) resolvieron en asamblea general un paro activo: abandonaron la planta marchando unos 1.000 compañeros, la totalidad del turno mañana. En una entrevista (clandestina) realizada a activistas de Volkswagen, estos plantearon su reclamo: “todo el Smata debemos marchar a Plaza de Mayo” (Política Obrera, predecesora de Prensa Obrera, 1/6/1981). Semanas más tarde salió esa marcha de todos los trabajadores mecánicos. Lograron llegar hasta la sede sindical unos 5.000 (otros fueron detenidos en los puentes de acceso a la capital). La dictadura detuvo ese día a 1.000 compañeros. Fue la primera movilización en poner a la clase obrera enfrentándose masivamente al régimen en la calle en base a columnas de fábricas.

Recién un mes después, el 22 de julio del 81′, la CGT Brasil convocó a un paro (los detenidos ya habían sido liberados). El 7 de noviembre de ese año una movilización a San Cayetano por “Paz, Pan y Trabajo” reunió a más de 10.000 trabajadores. La misa se transformó en una jornada de lucha antidictatorial. El “se va a acabar la dictadura militar” fue coreado masivamente, en medio de choques y detenciones. En este escenario nace la “Multipartidaria”, en julio de 1981, como un “frente de compresión nacional”, integrada por la mayoría de los partidos políticos patronales para acordar un plan político: funcionó como un respaldo civil a la dictadura.

El 10 de diciembre la iniciativa de “Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas” y “Madres de Plaza de Mayo” se concretó con la primera Marcha de la Resistencia: un salto en la movilización democrática y de los familiares de las víctimas de la represión genocida. Seis de cada diez detenidos desaparecidos eran activistas, delegados o dirigentes sindicales.

Es que a esta altura ya eran sobradas las razones de la clase obrera para enfrentar a la dictadura, más allá de la represión y los riesgos que implicaba. La Argentina se vio afectada por la crisis capitalista mundial y el plan económico de la dictadura fracasó. Para este año, la desocupación dio un salto de 9,2% a casi el 13%, y el salario real cayó un 40% con respecto a 1974.

El Porteñazo

La burocracia sindical peronista estaba dividida. Un ala, la CGT Azopardo, era abiertamente colaboracionista con el gobierno. Otra, la CGT Brasil, mantenía relación con los militares, pero trataba de recostarse en la Multipartidaria creada para impulsar un plan de “institucionalización” que armara un retiro ordenado de la dictadura, acuciada por la debacle económica y social.

La presión social era muy fuerte. Cada vez más se avizoraba una irrupción de masas. El porteñazo del 30 de marzo no fue un rayo en cielo sereno, y tampoco surgió de la nada. Un sector de dirigentes de la CGT Brasil había ido consensuando con sus partenaires militares la realización de una “jornada de lucha” como una organizada válvula de escape de esa tensión. Pero a último momento, un plenario de generales con Galtieri -por ligera mayoría- resolvió no autorizar la misma.

La movilización convocada por la CGT para el 30 de marzo estaba planteada para acompañar la entrega de un petitorio a la dictadura. En su previa se señaló que la movilización podría ser levantada en cualquier momento, cuando comenzaron a correr las versiones sobre Malvinas. Dentro de la CGT Brasil, un sector encabezado por Lorenzo Miguel abogó expresamente por levantarla. Previamente se había cancelado una movilización para el 24 de marzo que tendría el enorme valor de enfrentarse a la dictadura en su aniversario. La Multipartidaria realizó una campaña contra la movilización, expresándose contra “la agitación, la perturbación y la acción callejera”.

Desbordando todos estos límites políticos y organizativos, la movilización congregó a más de 50.000 trabajadores, enfrentando la represión abierta de la dictadura, desde la 9 de Julio a la Plaza de Mayo. Fue una batalla campal durante casi 6 horas. La represión disolvía un grupo de manifestantes, pero se volvía a reconstituir en otra esquina, con tenacidad combativa. La movilización fue rodeada de solidaridad por los vecinos y trabajadores de la zona (desde los pisos de oficinas se abucheaba a los represores y tiraban objetos, etc.). Su composición fue mayoritariamente obrera. La convocatoria a la marcha fue tomada también por importantes núcleos de activistas de sindicatos no adheridos a la CGT Brasil.

La movilización (y también la represión) superó las expectativas de los dirigentes. Años más tarde, Victor De Gennaro, integrante de la mesa de la CGT Brasil, decía: “no esperábamos ni tanta gente ni tantos palos cuando enfilábamos para Plaza de Mayo”. Cuando Lorenzo Miguel (de la UOM) fue interceptado por un grupo policial les dijo: “mire que Galtieri se va a enojar si me detiene”. La jornada se había escapado a cualquier acuerdo burocrático.

Tuvo también una importantísima participación a nivel nacional. Miles de trabajadores manifestaron en Neuquén, Mar del Plata, Tucumán, Rosario y Rio Negro chocando con las fuerzas represivas entonando “se va a acabar la dictadura militar”. En Mendoza el 23 de marzo un plenario aprobó la movilización con el apoyo de 35 gremios y muchas agrupaciones de sindicatos intervenidos. El 30 la movilización se dirigió con 300 manifestantes a la casa de Gobierno, donde la Gendarmería atacó la columna a balazos, dando como resultado en la muerte de José Ortiz, dirigente obrero de AOMA.

El Porteñazo fue la mayor manifestación política de masas y la protesta más grande en seis años de dictadura. Que no haya sido convocada con paros o asambleas previos y que, posteriormente, se haya discutido (aunque no ejecutado) un paro contra la represión, demuestra que había un movimiento ascendente entre los trabajadores para imponer sus reivindicaciones y terminar con la dictadura militar. El PO sacó esa misma noche una declaración reclamando la necesidad de un inmediato paro nacional por la libertad de los detenidos y contra la represión y alertando contra el propósito distraccionista de la dictadura al agitar el problema de Malvinas.

Este fue el inicio de la caída de la dictadura. El país se encontraba a las puertas de un estallido. La dictadura ya venía preparando la invasión a las Malvinas con la intención de dar aliento a un gobierno golpeado y desprestigiado. Esa semana Política Obrera (número 328, publicado el 5/4/1982) señalaba como la tarea de la etapa “preparar las condiciones para retomar la lucha por las reivindicaciones; enfrentar al imperialismo y sus agentes nativos en todo el territorio nacional y en todos los terrenos. Esto es lo que asegura que la lucha antiimperialista no sea una parodia sino una auténtica movilización nacional”.